Con el ánimo de que los niños no crean que la escuela es solo
estudiar y estudiar, y para que también tengan momentos divertidos y
les motive venir a la escuela,decidimos llevarles de excursión a
Kakolat.
Kakolat está a 3 horas de Bodhgaya, cerca de unas montañas en una
zona de mucha vegetación, donde hay una cascada de agua y un
ambiente muy fresco. El lugar es la delicia de todos en estos días
tan calurosos en donde todos buscan huir del calor ya que estamos ¡a
43ºC!
Esta excursión se ha podido realizar gracias a la donación recibida
de Ianire e Isabel, dos voluntarias que estuvieron en el mes de Julio
y que querían que su donación, recaudada a base de vender cosas que
llevaron desde India, fuera utilizada para este fin, para que los
niños pasaran un buen rato. Sólo faltaron ellas para que el día
fuera perfecto.
Así, el sábado pasado, último día de clase antes de las
vacaciones de verano, salimos de Amwan con un autobús muy grande y
lleno, ¡86 en total! entre niños, profesores y demás empleados,
pues también quisimos que participaran todos. Vinieron solo los
niños de las clases 4º,3º,2º y 1º, ya que los demás son
demasiado pequeños.
Hubo canciones en el autobús, alguna vomitona y sobre todo mucha
alegría. A pesar de haberse levantado a las 4am ninguno dormía,
pues los niños no podían quitar los ojos del paisaje y de lo que
veían a través de la ventanilla. Hay que tener en cuenta que ellos
nunca salen de la aldea y es todo novedad, el autobús, los pueblos,
la gente, la carretera…
Una vez en Kakolat, subimos una montaña para llegar a la cascada
cuya agua caía muy fría quitándonos el calor. Los niños se
bañaron también en el estanque donde pudieron jugar, salpicar a los
profesores, hacerse aguadillas y disfrutar como nunca. Todos
disfrutamos muchísimo del frescor, del agua y del entorno. Fueron
momentos de relax, de distensión, donde niños jugaron con los
profesores.
Después del baño vino el momento de la comida para lo cual
llevábamos nuestro gas, nuestros potes y ahí cocinamos unas
verduras con lentejas, arroz y papad. El agua abre el apetito así
que los niños estaban hambrientos.
Luego vino la hora de regresar y esta vez sí, todos se quedaron
dormidos, cansados pero felices de todas las emociones que habían
disfrutado, pensando en todo lo que tendrían que contar a sus
familias cuando llegaran a casa.
Este viaje será algo que quedará en la memoria de los niños, eso
es seguro y ha sido posible gracias a Isabel e Ianire, que con mucho
cariño han conseguido que estos niños pasen uno de los mejores días
de su vida. Las echamos mucho de menos.
¡GRACIAS ISABEL E IANIRE!
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